Producción: Juan Ángel Monzón
En el año 1202, Leonardo de Pisa -más conocido como Fibonacci-, un antiguo mercader de Venecia, incluyó en su libro Liber Abaci varios problemas y métodos algebraicos a los cuales bautizaría como «la sucesión de Fibonacci» o el espiral áureo. Su procedencia nace de la naturaleza en donde Leonardo logra aplicar una sucesión de números exactos en diferentes elementos como núcleos de plantas, flores o hasta fenómenos naturales, demostrando la exactitud matemática de su tesis.
Ocho siglos después en una residencia cubierta de hilos, agujas y elementos textiles, Ilse Jara logra concebir de manera íntegra una pasión que, al igual que Fibonacci, solo logra dar satisfacciones exactas pero desde una plataforma distinta: la moda.
«Creo que mi pasión por la moda nace desde los 10 años. En el colegio fui explorando mi creatividad especialmente en mis clases de artes plásticas. Me fascinaba encontrarme con el papel y extender mis ideas. Dibujar tipologías femeninas e imaginar cómo vestirlas solía ser una de mis actividades favoritas», recuerda Ilse.
Hoy, es parte del selecto grupo de profesionales de la moda que logró posicionar el concepto del diseño local dentro del escenario global; en su caso, hurgando en el baúl de complejas interpretaciones tecnológicas a las cuales añade su apreciación por los detalles ocultos en la naturaleza. ¿Cómo entender dos mundos que aparentemente no pueden coexistir?
Estudió diseño en la Universidad Americana en Asunción; posteriormente, migró a Italia para continuar su formación académica en el prestigioso Instituto Marangoni de Milán en el área de diseño. Automáticamente, sus profesores se percatan de que su visión estaba por encima del nivel para el cual fichó inicialmente, por lo que termina realizando el máster en Fashion Product & Production Management.
En el año 2014 da su primer ascenso internacional al participar en el Fashion Showcase de Londres, en el marco del London Fashion Week. Acompañada por las diseñadoras Astrid Poletti, Lucía Ferrés e Iciar Bravo, realizaron la muestra The Ñanduti Myth: Beyond the Layers (El Mito del Ñanduti: Más allá de las capas)
Entender el universo que rodea a esta mujer es tan complejo como la esencia misma que nace de sus prendas. Sus vestidos trasmiten una complejidad visual que nos obliga a consultar qué se oculta tras la mezcla de sus texturas, sus innovadoras siluetas y la utilización de materiales nuevos aplicados a diferentes técnicas de elaboración.
La respuesta se resume en una sola palabra: El futuro. «La visión de mi marca se caracteriza por la evolución. Busco reinventar todo el tiempo mis percepciones en torno a la construcción de mis prendas pero manteniendo la identidad de la marca Ilse Jara en cada temporada», responde.
Los convencionalismos no son parte del armario de inspiración de Ilse. Su colección De Profundis abre la primera brecha hacia temáticas sustentables pero más directamente relacionadas al carácter positivo que hay en la tecnología. Fibonacci y Celloscope, sus colecciones posteriores, indagan en los detalles minuciosos que no apreciamos directamente dentro de la naturaleza.
«La moda es un todo», menciona la diseñadora con seguridad. Para entender el mundo «fashion» hay que abrazar ciertas inquietudes y reparar que el mejor espejo a la hora de reflexionar sobre su propio existir es la comunicación en el vestir.
Y es aquí que el vestido se convierte en una identidad que se centra en el cuerpo. Cubrirlo con determinados patrones, colores o texturas es una identidad simbólica, una extensión creativa entre diseñador y consumidor que está destinada a establecer un reconocimiento social.
Ilse es consciente de estos detalles: «Mis vestidos son un reflejo de mi persona, la visión de una mujer independiente, revolucionaria e innovadora, que disfruta de la autenticidad en distintos espacios y no se deja llevar fácilmente».
En esa cúspide de iluminación artística también existen fuentes en los cuales la diseñadora repara para encontrar su propia individualidad. «En cuanto a los diseñadores, a los cuales denomino arquitectos de la moda, me inspira Josep Font; me encanta la construcción de sus piezas y sus colores bastante puros. También, Sthepane Rolland por sus líneas y, en cuanto a inspiración absoluta, definitivamente el dramatismo de Alexander McQueen».
¿Cómo sostiene una marca tan grande como Ilse Jara? Sonríe y da una respuesta bastante sincera: «Tengo un equipo de personas que me ayuda diariamente. Andrés Báez trabaja conmigo en el proceso creativo y desarrollo de la colección. Chrys Knapps me ayuda en el departamento de marketing estratégico de la marca, Marian Silva se encarga netamente del área de producción del taller, Miguel Amarilla en la parte logística y, por supuesto, un grupo de costureras», parte fundamental del proceso de trabajo.
El año pasado la diseñadora presentó su espectacular colección Cymatica en las pasarelas del Arab Fashion Week ¿Cómo logró llevar su visión hasta Oriente? Nos lo explica: «Apliqué de forma online al enterarme que iban a permitir el ingreso de un diseñador internacional. Envié mis bocetos así como fotografías de mis trabajos y, un mes después, recibí la confirmación por parte de la organización de que tenía la acreditación para presentar mi colección».
Este año, vuelve a presentarse en la misma pasarela bajo un nuevo concepto. «Actualmente, estamos trabajando en la parte técnica de lo que será nuestra nueva presentación en tierras árabes en el mes de mayo, apreciando nuevas tipologías y elementos textiles», adelanta.
Ilse reflexiona sobre la trayectoria de peso que ha logrado consolidar en sus veintes. Entre los numerosos proyectos que está desarrollando, con la misma creatividad y cuidado del detalle que dedica a sus prendas, está el de consolidar su atelier como un laboratorio de moda y experimentación. ¿Cuál es la causa central tras este propósito? Ella lo tiene bien en claro: «Hay una principio detrás de todo lo que hago, más allá de los vestidos, quiero encontrar una solución al mundo saturado de la moda con propuestas transformadoras».
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